Koan, creatividad, iluminación y salud...



  Los koan son como unas adivinanzas aparentemente absurdas y casi sin solución inmediata. Los koan normalmente van dirigidos a los discípulos para que mediten sobre ellos, a veces durante años, y además para que el maestro evalue el nivel de aprendizaje de los discípulos; también para buscar un conflicto en la mente cuya finalidad es propiciar la iluminación.
     Existen gran cantidad de koan, de entre los más famoso podemos citar estos:

     "Golpeando las manos una contra otra se produce un sonido. Este es el sonido de las dos manos. ¿Cuál es el sonido de una sola mano?"
 
     "Se ha hecho crecer una oca en una botella y ahora ya es grande. ¿Cómo podemos sascarla de la botella sin romper la botella y sin hacer daño a la oca?"
 
    ¿Qúe te han parecido?, medita un rato sobre ellos y haz uso de la intuición, cuando veas el resultado te llevarás las manos a la cabeza de la lógica de los mismos y veremos como nos "comemos la cabeza", cuando en realidad son muy intuitivos.
 
    La mano produce un solo sonido y la oca está de improvisto fuera de la botella sin pasarle nada y la botella está intacta.
 
    Seguro que nos hemos imaginado una botella con un cuello estrecho, y claro, cómo va a salir la oca por ahí, pero ¿porqué tiene que ser de cuello estrecho?.

Un koan siempre tendrá una respuesta sin ser una pregunta

En ocasiones, aunque no haya un maestro, la vida o la gente que nos rodea nos plantean situaciones que bien podrían ser un koan, la respuesta obviamente será de tal forma que encajará y formará un todo, porque con los koan no se puede hacer trampas. Hacer trampas es la mejor forma de no llegar a ningún sitio, a nadie se puede engañar respondiendo artficiosamente a un koan y pretenderlo o hacerse el listillo solo sirve para quedar como un payaso ridículo.
Algunos koanes e historias Zen:

El maestro, blandiendo su bastón en el aire dice:
-No lo llaméis bastón; si lo hacéis, afirmáis. NO neguéis que es un bastón; si lo hacéis, negáis. Sin afirmar ni negar, ¡hablad hablad!
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Se dirige el discípulo a maestro para decirle:
-Maestro, ya no tengo nada en mi mente, ¿qué debo hacer?
-Tíralo fuera-contesta el maestro-
Y el discípulo, sorprendido insiste:
-Pero si no tengo nada en la mente.
-Tíralo fuera –concluye el maestro-.
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Un discípulo de Hunag Po al observar que éste estaba rezando ante una imagen de Buda, le dijo:
-Si no debemos buscar el Zen por medio del Buda ni del Dharma ni de la Shanga ¿Por qué te postras delante del Buda como si deseases conseguir algo por medio de ese acto de devoción?
-No busco nada por medio del Buda, ni del dharma, ni de la shanga-repuso el maestro-. Tan solo estoy haciendo un acto de devoción al Buda.
-Pero ¿para qué sirve ponerse tan santurrón?
Ante la nueva pregunta del discípulo, el maestro le propinó una fuerte bofetada.
-¡Que bruto eres- se lamentó el discípulo!
¿Sabes donde estás-preguntó el maestro?-. En este lugar no tengo tiempo para considerar por ti lo que significa la cortesía o la grosería. Y dicho esto le dio otra bofetada no menos fuerte que la anterior.
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El discípulo viene de muy lejos para ver al maestro, al verlo llegar le pregunta:
¿Vienes de muy lejos?
-Desde luego. ¿Qué norma me entregas?
-Sólo una: si yendo por el camino te tropiezas con Buda, mátalo.
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En cierta ocasión Hyakujo caminaba junto a su maestro Baso y de súbito descubrieron en el cielo una bandada de gansos salvajes. Baso preguntó:
-¿Qué son?
Hiakujo respondió:
-Gansos salvajes.
-¿Hacia donde vuelan?
-Han desaparecido.
El maestro Baso entonces retorció violentamente la nariz de Hiakujo y le dijo:
-Dices que han desaparecido y, sin embargo, estuvieron aquí desde el comienzo.